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lunes, octubre 31, 2005
Gecé o el GrouchoMarx del fascismo español
viernes, octubre 28, 2005
La gran novela de la Soja Transgénica
jueves, octubre 27, 2005
Crónica de un amigo del kurupi sobre otro amigo...
miércoles, octubre 26, 2005
Poetas que leen (se doblegan) ante/a milicos y poetas que no...
martes, octubre 25, 2005
Douglas Diegues se bifurca en dos heteronimos
SONETOS FRONTERIZOS [por Ángel Larrea]
[# 1]
burguesa patusca light ciudade morena
el fuego de la palavra vá a incendiar tua frieza
ninguém consigue comprar sabedoria alegria belleza
vas a aprender agora con cuanto esperma se hace um buen poema
esnobe perua arrogante ciudade morena
tu inteligência burra - oficial - acadêmica - pedante
y tu hipocondríaca hipocrisia brochante
son como un porre de whiski con cibalena
vaidosa barbie bo-ro-co-chô ciudade morena
por que mezquina tanto tanta micharia?
macumba pra turista - arte fotogênica
já lo ensinou Oswald - mas você no aprendeu - son como disenteria
falsa virgem loca ciudade morena
vas a aprender ahora com quanto esperma se faz un bom poemaZONETOS ERÓTICOS [por Felisberto Leites]
[# 1]
bocê es - no discuto - toda certinha
mas está siempre molhadinha
atrás de esa pose de santinha
en el fundo também adora una chupetinha
bocê dice que perdeu la virgindade hace pouco
pero cavalga mi falo como una égua árabe
dice que no sabe
mas sabe como curar do tédio um poeta novo
bocê no admite
mas gosta dos finos - e dos grossos - estilo cabalo
parece que miento quando falo
chupar e ser chupada é o seu melhor palpite
bocê diz que es diferente
mas só sossega quando vê el zabra entrando dulce & quente
[# 2]
poesia rara ?
voy a gozar en tua cara
quero más que punheta
voy a gozar entre las tetas
quando chegarmos en Índia
voy a gozar en tu língua
livre de la maldición
poesia de esperma mesclado con batom
de bellezas el mundo está repleto
voy a gozar en tu secreto
puedo reir de mi complexo
en el rocio de tu sexo
la noche en Asunción es barroca
estoy go-zan-zan-zan-zan-zan-do en tua boca
[# 3]
las meninas de la fronteira
caminan dissimulando
quando ninguém está mirando
chupan berga como dulce mango
en celo
mastigam el próprio cabelo
esta está feliz
ha encontrado berga tamanho maiz
enquanto o tempo passa
ellas se hacen la paja
no aprenderan a desfrutar la pulpa
ni saben chupar sin culpa
miles de caras feas
para mi que es falta de berga
[# 4]
en Ponta Porã - Campo Grande - Dourados
o en la nova nobela
nadie chupa como ela
el mangalho fica siempre com saudades de sus lábios
bocê sabe lo que quer
dar pra bocê es como receber
en la terra del céu
professora de mel
vagina color-rosa
siempre sorridente
bocê es diferente
fica más leve & luminosa después que goza
no sou um lobo-mau
mas gosto cuando bocê chupa mi pau
(*) Nota de Ángel Larrea: "Ciudad Morena: epíteto oficial de Campo
Grande, la capital de Mato Grosso do Sul
lunes, octubre 24, 2005
Intermezzo Tropical saca su tercera entrega
viernes, octubre 21, 2005
Miguel Ildefonso visto por Chueca
miércoles, octubre 19, 2005
Sarita Colonia cobija a Montserrat Alvarez
lunes, octubre 17, 2005
Dos poemas del autor de "La habitacion" y "Fiesta de cumpleaños"
viernes, octubre 14, 2005
Efímero pánico del cachai Jodorovski
jueves, octubre 13, 2005
Pishtakos
" Muñeca Quemada
Me han sanado hasta despedazarme
Recosido dulcemente como un bofe
Rapiñado en tu cielo en esas cuerdas confusas
Rotas ahora con la hoz de mis latidos
Y enterrado entre chispas eléctricas y hecho de viejas soldaduras
Que no cura ni hiere solo se levanta
errando en la arena de tu pelo
que decae en flexuasa amanecida
como ruedas en el silente cerro
he vuelto Mary Shelley
El olor de abajo me obispa
Una milenaria sed me convierte
en un nocturno campesino de los bares
desmantecando ropas y cuerpos con el blando resplandor de mi cuchillo
ante una lluvia platónica
que me ablanda y me tiznea en las paredes donde me parapeto anónimo y desgastado
Como una lamprea reanudando un laburo insomne quizás un ritual solitario parecido
A un sacerdote y digo sacerdote de un pueblo entre polvo y piedra pasando
como ahora se discurre la grasa entre los dedos como heladas lavazas entre mis pies
Tacto por ti estas líneas mar adentro
Este mundo es demasiado ancho para mi
Aldeas con cabezas voladoras y chupacabras
Pishtakos y criaturas volantes y el Prometeo de Mary
Y yo dando vuelta entre las torres en un tiempo estirado y otro acelerado como
esos que matan y rellenan el alma con partidos de fútbol y otros adefesios mas
que beben y pesan la sangre atándose a la cintura destrucción y bellas monedas
y sucede que después están podando asesinos en fiestas democráticas
sucede que el carnicero es un demócrata que el presidente de
y despedido y que esta nueva generación se sublimatiza
como la epidemia de un triste dios Byroneano que me encima como una escarcha
y se hunden en el callizo en el estrecho mar que se bifurca
y no hay forma ni método sino solo estupor furor
para sentarse y tomar agua y desatar tus caballos sobre la plaza
a la luz de los rieles bajo la cálida putrefacción de los techos
Pukallacta
Sonjo luna
nauseante viaje
mi guitarra en la mano
que tu cráneo crezca como embotelladora en las riberas de los ríos como
relaves de hombres sin historia Que crezca sano como una cabeza de un Dios
India siempre india aunque herida y abandonada arrimada entre maderas miserables
transtornada por diluvios y llevada floralmente a los desiertos
¿De qué me sirve tu muerte? "
miércoles, octubre 12, 2005
Invasión de América
viernes, octubre 07, 2005
Argentina, por un argentino
Manos combativas
jueves, octubre 06, 2005
Sofistas atacan Rio Grande do Sul
martes, octubre 04, 2005
El escudo de Jotán
Demasiado conocedor de los humores y las señales del Imperio, de las quietudes y las agitaciones de los pueblos de
Dicho y hecho. Toda Jotán se puso en movimiento. Y para la esperanza de salir adelante con su empeño no sólo contaban con la lentitud que es connatural a todo imperio, si no también con la consideración de que cualquier campaña con gran envergadura en el corredor de Kansú y en
La selección del que había de hacer de kan se hizo bastante trabajosa, pues nada hay más vanidoso en este mundo que un turco cincuentón, y fue ardua tarea conseguir la renuncia a papel tan prestigioso de una veintena larga de ricos prestamistas y tenderos, todos los cuales pretendían tener “una noble cabeza de mongol”. Por el contrario, no hubo vacilación alguna para dar el papel de ajusticiado –pues me falta indicar que a fin de persuadir al emperador de la solidez de las instituciones de justicia de Jotán se había considerado indispensable incluir en el programa de las ceremonias una ejecución capital-, y como hombre de apariencia más abyecta fue al punto señalado un corasmio afincado en el oasis de Jotán y que tenía los dientes separados y, según juicio unánime, una sonrisa repugnante. Pero como era servicial y bondadoso, algunos que tenían un severo sentido de la dignidad le decían: “Tú, no”, reprochándole que aceptase aquel papel tan feo por juzgar que el corasmio era merecedor de otro más honroso; a lo que él se reía, con sus horribles dientes, y decía: “No importa, que tendré una cabeza de reserva para el emperador y salvaré la mía al tiempo que las vuestras”. Y es que el truco arbitrado para la ejecución era una cabeza falsa, copiando sus facciones, a llevar bajo el holgado sayo de los ajusticiados, para soltarla al tiempo de caer el hacha, escondiendo la propia como una tortuga, y con una vejiga de sangre de ternero, que reventaría en aquel instante, salpicando el tablado y un poco en derredor.
Llegó el emperador, con su corte militar, su guardia y un ejército. Salió el falso el kan con sus fingidas huestes, a una jornada y media de Jotán, a darle la bienvenida y ofrecérsele por vasallo con toda la ciudad. En una vasta pradera que había sobre los barrios altos, a la parte contraria del oasis, fue plantada la inmensa tienda de campaña, de seda azul celeste, del emperador, y en derredor las tiendas rojas de los eunucos y las amarillas y negras de los mandarines, y luego el campamento de la guardia en sucesivas circunferencias concéntricas, hasta cubrir un área cuatro veces mayor que la ciudad. Sobre un radio de este círculo, desde la puerta alta de Jotán hasta el suntuoso dosel que daba entrada a la tienda del emperador, se formó una avenida de mil doscientos pasos, alfombrada en toda su longitud y permanentemente flanqueada por dos filas de lanceros inmóviles. A un lado de esta avenida, cerca de la ciudad, los carpinteros de Jotán tenían ya armado, desde semanas atrás, el cadalso para la ejecución, así como una gran tribuna, con un palco cubierto para el emperador y un amplio graderío para los demás espectadores. Del centro de la tarima del cadalso arrancaba un mástil altísimo con un sistema de cuerdas para izar rápidamente hasta la misma punta la cabeza del decapitado, antes que nadie pudiese verla desde cerca y descubriese la ficción.
Pero la ejecución, al alba del día siguiente, salió perfecta en todo. El emperador sonrió benignamente al ver rodar aquella única cabeza y agradeció la ceremonia, expresándole al kan, por intermedio de un eunuco, que la función no había desmerecido de las ejecuciones del Imperio sino en la cantidad, pues allí las cabezas se cortaban sólo de mil en mil. Y todo siguió perfecto de allí en adelante, salvo que conforme el día fue avanzando a través de la ininterrumpida sucesión de agasajos y de ceremonias, los jotanenses hubieron de verse cada vez más sometidos al asalto del más reiterativo y pertinaz de los ejércitos: el de la risa. Oleadas que iban y venían en acometidas contagiosas, que recorrían la extensión de la apretada y vasta multitud como las ondas del viento por las mieses, conatos que subían y bajaban en recurrencias cada vez más agudas e insistentes y más dificultosamente reprimidas, risas, en fin, unánimes, constantes, que si al principio podían ser interpretadas como expresión de una alegría sincera, aunque un tanto bobalicona y pegajosa, de los jotanenses por darse como vasallos al emperador, a la tarde empezaban a hacerse ya un poco desusadas, suscitando miradas de extrañeza, despertando cada vez más la suspicacia de los soldados y oficiales del Imperio destinados a compartir durante todo el día la presencia del pueblo de Jotán. Así que, cuando a la tarde, ya cerca de ponerse el sol, casi toda Jotán se desplazó hasta el campamento, y una gran parte de ella fue a engrosar hasta un punto escandaloso el ya nutrido número de los notables que acudían a la propia tienda del emperador para la recepción que éste les ofrecía como nuevo señor a sus nuevos vasallos, ya era casi imposible justificar las risas, más imposible aun disimularlas, y no digamos siquiera contenerlas.
Otro género muy distinto de extrañeza fue el que, entretanto, acometió a unos lanceros de la guardia al observar el inusitado comportamiento de los cuervos con la cabeza del decapitado izada todavía en lo más alto de su mástil; uno tras otro, en efecto, acudían a ella los cuervos volando desde lejos, pero no bien llegaban a pocos palmos de ella quebraban de pronto el vuelo, con un graznido entre de rabia y burla, y se volvían en el aire, alejándose aprisa como enojados del insolente cimbel. Ansioso de averiguar aquel misterio, un oficial mandó al fin que se arriase la cabeza y al punto fue desvelado el simulacro. Varias escuadras de soldados fueron lanzadas a la busca y captura del reo prevaricador, que, estando desprevenido de cualquier persecución, fue habido fácilmente y apresado por el cuello en un pesado cepo de madera, que lo forzaba a ir en pos de los soldados como un perro llevado del collar para ser conducido ante los mandarines o tal vez ante el propio emperador.
Tal muchedumbre había llegado a concentrarse, en este medio tiempo, como más que abusivo acompañamiento de los notables de Jotán, bajo la dilatada hospitalidad de los techos de seda del emperador, que la risa no precisó ya de las guías de la vista y del oído para correrse, extenderse y agigantarse, cabalgando la ola del contagio, puesto que ahora, aun antes de verse ni oírse unos a otros, aun sin reconocerlo como efecto de risa u otra cosa, ya el estremecimiento más leve y contenido recorría la multitud, directamente transmitido de uno en otro por el simple contacto de los cuerpos, casi en la forma pasiva e inevitable en que las cosas inertes y sin vida se comunican la pura vibración. Quedando así finalmente burlado por los ciegos resortes corporales todo freno capaz de sujetarla, la risa de los jotanenses se hizo abierta, total e incontenible. La risa se alzaba, pues, por vencedora, y el simulacro no podía ya desmentirse, aun a falta de toda precisión sobre su alcance, ni el entredicho podía ya ser soslayado. Eunucos, mandarines y oficiales, que, como dignatarios del Imperio, estaban haciendo los honores de la corte en la multitudinaria recepción imperial, viéndose ahora cada vez más embarazados y en suspenso, fueron quedando en silencio uno tras otro y volviendo, expectantes, la mirada hacia el emperador, que, inmóvil en su trono, inmóviles la mirada y la expresión, a la vez parecía no ver nada y estarlo viendo todo.
Como el abrirse de una flor, así de lento y suave fue el ir floreciendo la sonrisa entre los labios del emperador, que rompió luego en risa, vuelto hacia el falso kan y los falsos notables jotanenses que se encontraban cerca de su trono, como invitándolos a volver a reír ahora con él. Y fue en el instante en que la risa estaba ya estallando en carcajada cuando se vio abrirse paso entre la muchedumbre al oficial de guardia que, acompañado de una escuadra, traía al ajusticiado y su cabeza a la presencia del emperador. Se les dejó llegar hasta su trono y la imperial mirada pasó dos o tres veces de la cabeza viva que asomaba por encima del cepo de madera a su gemela muerta, que el oficial le presentaba sosteniéndola en alto por la cabellera; y el emperador volvió a reír y, siempre por intermedio de un eunuco, mandó soltar al reo. Éste, no bien se libró del cepo, se abrió un pequeño círculo ante el trono y, rescatando de manos del oficial su cabeza simulada, improvisó, manejando aquella cabeza en mil posturas, con mil muecas, mil burlas, mil desplantes y mil reverencias, la danza o pantomima del bicéfalo, que llevó al punto más alto la hilaridad y el júbilo de la multitudinaria concurrencia. En esto empezó a oírse de pronto un chirriar de poleas y los enormes lienzos de la carpa corrieron por sus cuerdas, como un velamen que se arría, al tiempo que los telones que hacían de paredes y tabiques fueron cayendo al suelo uno tras otro; y arriba sólo se vieron ya palos y cuerdas contra el cielo estrellado y la lejana sombra blanca del Kuen Lun, mientras abajo, en medio, entre lienzos arriados o abatidos, los intensos faroles de la fiesta seguían alumbrando fuertemente a la apretada multitud de los jotanenses, ya mudos y demudados de estupor. Y por primera vez se oyó la voz del emperador, que dijo: “¡Arqueros!”, y una rueda cerrada de arqueros apareció en la sombra todo en derredor, que dispararon sus arcos una y otra vez y vaciaron sus aljabas hasta que dejó de verse todo movimiento de vida entre los de Jotán. Ya levantándose y separándose del trono, miró el emperador por un momento la explanada cubierta de cadáveres, y dijo: “¡Qué lastima! Eran, sin duda, unos magníficos actores. Pero yo soy mejor”.
Los demás jotanenses fueron muertos donde fueron hallados, en el campamento, en la ciudad, en el oasis, huyendo hacia el desierto, hacia el camino de Pamir, a lanza, a sable, a daga, sin que importase el cómo. Sólo al ajusticiado mandó el emperador que lo sacasen del asaetamiento, para que le fueses dada aquella misma muerte que había hecho simulación de recibir. Y por eso el escudo que el emperador les concedió a los gobernadores chinos de Jotán representa una vara vertical de cuya punta cuelgan dos cabezas de idénticas facciones, anudadas por la cabellera, y con un cuervo posado en una de ellas comiéndole los ojos a la otra.
(De Rafael Sánchez Ferlosio, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, Barcelona, Destinolibro, 2001)